lunes, 24 de noviembre de 2014

La Anomalía.

No me des dirección ni que me den ellos motivo
pues tengo el método, quizá la experiencia.
Sin orgullo lo digo, sino que es advertencia.
Que su presencia no vuelva nunca jamás
a perturbar tu existencia.

Que no respiren a mis expensas.
No es asunto de justicia, ni venganza.
Sino prueba de naturaleza llana
Más dirá la prensa ajuste de cuentas.
"Irreconocible", clamarán sus planas...
Si es que las hay.
Y tomará tiempo.

Naturaleza llana: Simple supervivencia.
De quien con los míos no se mete.
No es poesía ni belleza,
ni será digna de tus ojos esta obra maestra.
Pero te lo juro, mi amor.
Y me duele adminitrlo, honestamente
Este retrato gore no es tan pesadilla.
como sueño de despertar sonriente.

Lo asumo.
No es justicia.
No es venganza.
Medio por ti, medio por mí.
Mi voluntad y mi capricho.
Pero lo hecho, hecho está.
y quizá no solo dicho.

De llamar a la puerta que se de por muerto.
Y Dios quiera que por propia mano.
No me arrepiento de su cuello abierto.
¿El peor caso?
Accidente.
¿Encubierto?
Andaba tarde por la calle oscura
del sabido violento puerto.
¿Coincidencia?
No veo móvil causal presente
que amerite comparecencia.
¿Cómo me cree capaz?
No tengo yo experiencia.
Carta firmada, ni correr puedo,
y de moral de conforma mi credo.
Usted pregunte.
Yo aquí me quedo, siempre sonriente.

Inocente.

Y eso en el peor caso en que lo hallen pronto.
Semanas toma en esa zona.

Y eso en el peor caso de que logren reconocer el rostro.
Sus rasgos la piedra detonan

Y eso en el peor caso de que reconozcan los dientes.
Pero los he sacado y molido

Y eso en el peor caso de que no acabe en fosa común.
Como vil muerto sin rostro o nombre.

Y eso en el peor caso que sería
que a alguien esa mierda le importe.

viernes, 14 de noviembre de 2014

Demente


¿Si es tu voz la de mi conciencia?
¿Que si mi pesar es tu carencia?
No me apetece dormir
acompañado de tu ausencia.

Vi el reloj del padre tiempo
y descubrí así que no bastan
ni horas, ni días, ni un momento
para entregarte cada aliento
Lo que es tuyo.
Discúlpame si me inmiscuyo
no evite el verte pasar.
No era mi intención del todo
mas me tuve que enamorar.
No, no, no.
No digas nada,
Todo es culpa de tu mirada
De repente me vuelve loco.
Un desquicio y te provoco.
Estoy demente.
Demente

¿Encontraré acaso las justa frase
para recitarle a tus labios?
¿Lo escuchas acelerarse?
Siente como late con tu palma
Me tienes, mi amor, me tienes de cuerpo.
Me tienes de alma.
Me tienes demente.
Demente.

lunes, 10 de noviembre de 2014

Esta noche.

Esta noche solo quiero quedarme acostado.
Amor, ven a mi lado;
aunque sé, y créeme, perdón:
No seré buena compañía.
Caen los dados en el ron
Ya no aguanto, niña mía.
Este vaso huele a espejismo
Mira que no se que nombre darle
Si no es ausencia de mí mismo.

Viento, óyelo.
Corre y llama lento
Canta en la distancia la luna
Lastimera tristona a momentos
Llama este faro a otro puerto
Y mi consciente en tanto ayuna.

Viento, óyelo.
Corre y llama lento
Contestando a su soplo te vi
Aguardo el tiempo mi suerte
No es que yo piense en la muerte,
sino que ella piensa en mí.

domingo, 9 de noviembre de 2014

Insomnio.

Hace un tiempo dijiste "Quiero olvidar el pasado" a gritos casi.
Deshacer.
Des-mirar.
Des-vivir.
Ya no más.
Velo más claro y déjame que te diga que lo vivido aquí te trajo ¿Por algo? ¿Hay un sentido?
¿Qué sé yo?
Y no importa, pero haz avanzado en el camino.
Has caído.
Amado.
Sufrido.
Hecho sufrir.
Con toda intención y a sabiendas.
Has dado tu alma, mente y cuerpo.
Has rondado en espíritus destilados envueltos en vidrio.

Aprendiste.
Caminando.
No quiero olvidar, nunca me lo permitas.
No quiero olvidar, no quiero caminar el mismo camino.
No quiero olvidar, más eso no significa que los recuerdos se volverán insomnio.
Porque estas en paz.
En paz conmigo mismo.
Te perdono, porque tú lo necesitas, no porque haya algo que perdonar. No hiciste mal, te dejaste llevar. Pero fue eso lo que te hace alzarte hoy y con más intensidad de la que pedías olvidar gritas a todo pulmón "TODO HA VALIDO LA PENA." Porque esa es tu decisión, porque tú eres quien con tus acciones lo demuestra.
Te perdono, eras joven, lo sigues siendo y aun desconoces.
Te perdono, no temas.

El temor al ciclo eterno de Me alzo y caigo ¿No?
Basta, detente.
Duerme y sonríe, que te sobran razones para hacer ambas cosas.
Largos días.
Buenos días.
Buenos: tan de ella.

QUE NO TE IMPORTE NO SABER
Nadie sabe.
Pero en ti queda decidir.
Cuando decidiste sufrir, sufriste.
Cuando decidiste cagarla, la cagaste.
Cuando dejaste de lado tu propia humanidad, dejaste de ser quien eras y te odiaste a ti mismo.
Has pagado tu penitencia.
No busques el perdón que ya tienes, sino el de ti mismo.
No busques en el templo lo que has perdido en tu corazón.

No temas a la oscuridad, pues tras la noche llega el día, y cuando así sea, cuenta te darás de que no eres ya el mismo de ayer.
Deja que la noche disuelva tu pasado y lo aclare, se consciente.
No se trata de olvidar ni de ignorar.
No se trata de cambiar.
Acepta, y así las primeras no harán falta y la segunda ya habrá pasado.

Lo único certero es que no hay certeza absoluta.

domingo, 2 de noviembre de 2014

El señor Pepino.

Seguramente al escuchar el titulo de esta historia pensaste algo así como Oh este cuento seguro trata de las aventuras de un pepino con ojos y piernas el cual vive en una ensaladera o alguna mafufada por el estilo. Pinches ideas mariguanas, yo le hecho la culpa a Disney por hacer que la gente imagine tanta cosa.

Pues no: el señor Pepino es una persona común y corriente como tú o como yo, y vive en una ciudad común y corriente como la nuestra; ya sabes a qué me refiero ¿no? Gente que se gana la vida robando a otros, asesinos en serie que se sientan junto a ti en el camión, curas rezándole al Padre (al Padre Maciel, tal vez; no me he molestado en ver a cual padre le rezan con tanto fervor), los temibles roba-chicos... y por supuesto, los hombres tlacuache que viven en las alcantarillas... En fin, me tomaría años contarte de los peligros que nos asolan en cada esquina, además de que este cuento no trata de eso, sino del señor Pepino.

El señor Pepino es un señor de 76 años que vive en una choza hecha de barriles a un lado de las vías del tren. Él vive felizmente de pepenar la basura que los mugrosos turistas echan en las vías, de robar de vez en cuando en los trenes, de cazar ratas y de sus acciones de Microsoft. Le encantaba su vida solitaria y humilde, a las afueras de la ciudad, alejado de los citadinos imbéciles. Hasta que un día unos empleados del gobierno fueron a decirle que debía desalojar su casa, pues necesitaban espacio para las vías del nuevo tren bala supersónico. Así fue como el Señor Pepino debió dejar atrás su hogar e ir a la ciudad en busca de una nueva casa. Dejó su choza de barriles al lado de las vías del tren por una choza de ladrillos más o menos decente, construida justo a la mitad de una concurrida avenida.

Como allí había policías el señor Pepino no podía robar, pues a los policías no les agrada la competencia, así que debió buscar un trabajo normal. Pensó que podría trabajar en una sexshop o un table dance, pero el único lugar en el que consiguió empleo fue en la oficina de correos. Allí él se entretenía viendo los dibujillos pendejillos de las estampillas, jugando con el contenido de algunos paquetes que abría, y revisando los apartados postales de la gente... Pero por las noches no podía dejar de pensar en su choza de barriles junto a las vías del tren... Hasta que de pronto una mañana algo quebró la quietud cuando el sonido de unos gritos lo despertó. Voto por voto, casilla por casilla. El grito de mil voces al unísono manifestándose en medio de la avenida dónde él vivía. Entonces lo entendió: si él no podía hacer nada, el gobierno tendría que hacerlo. Así que el señor Pepino se fue hacia la oficina del gobierno a hablar con el gobierno.

Después de tres días, de explicarle a todo el personal lo que le había pasado, de gastarse todo su cambio en una maquina expendedora para conseguir una barrita de piña, de esperar horas y horas en la sala de espera, de llenar 36 veces la solicitud para que le entregaran una forma 4B sellada, de pedir fiadas dos docenas de copias de lado y lado de su credencial de elector, y de hablar por 20 minutos con un hombre feo y gordo al que todos llamaban "Señor Gobernador", se decidió que se le daría un trabajo en el tren bala y así podría estar cerca de las vías del tren.

Al principio fue divertido: no había tantos citadinos imbéciles. Pero con el tiempo dejó de serlo: No podía asaltar a los pasajeros, ni había ratas que cazar (aunque llegó a ver un tlacuache en una ocasión) y sus acciones de Microsoft estaban a la baja... los días eran largos y aburridos, y no hacía más que comer barritas de piña de la máquina expendedora (la cual sí funcionaba, al contrario de la del gobierno) y mirar por la ventana, pero en uno de esos aburrido días, tras de un par de paquetes de barras de piña, lo vio, un pequeño barril tirado al lado de las vías del tren bala. Lo vio, sonrió, y dicen que nunca más lo vieron en el tren, y que las barras de piña se quedaron en la máquina hasta que caducaron.

El señor Pepino es un señor de 77 años que vive en una choza hecha de barriles a un lado de las vías del tren bala. Él vive felizmente de pepenar la basura que los mugrosos turistas echan en las vías, de robar de vez una que otra maquina expendedora, de cazar ratas y de sus acciones de Microsoft (que han estado a la alza) y déjenme decírcelos: Nunca había visto a nadie ser tan feliz.