Le aúllas a una luna sin lado oscuro.
Cántame una vez más y luego finge ser muda.
Por poco silente, y del todo adicto.
Duerme a mi lado por siempre.
Dile al viento que no hay nombre.
Y dile al nombre que no hay tiempo.
Tus labios, vil heroína.
El crimen perfecto.
El capricho aun nos consume.
Y se asume que mi boca solo calla por tus besos.
Y diluyo el fuego en gotas de agua.
El humor más negro de una cruz que calla.
Porque es plata la que observa.
La ausente voz que refuerza la danza más nocturna,
para con una daga partir el viento en tres pedazos
y nos sigue sobrando noche.
Ve de nuevo a asomarte a la sombra de un sauce sin ramas.
Yo aguardaré para besarte aunque el viento nos observe.
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