viernes, 22 de mayo de 2015


Te lo he dicho ¿No?
Llega el punto en el que ya no entiendes nada.
Ni recuerdas como es amar.
No hay manera de superarlo, creo, o así se siente.
Es el mismo perro día, una y otra vez.
Tiene sus variantes de vez en cuando pero en esencia es igual.
Dejas de verle el sentido hasta a las cosas que te gustaban.
Hasta te vuelves frío.
-Te conozco, tú no eres así.
No, no me conoces, ni yo me conozco, cierra la boca.
Más o menos así.
Me dicen que pruebe el remedio.
Y pruebo el remedio... a veces.
Voy a sentarme en esa silla por una hora.
O me pongo a hacer la meditación de sepalaputamadrequégrupotibetano.
Mantras perrones: OHHHHM-MEEE-VALEE-VERGAAAA.
Nada funciona.
Hasta terminas creyendo que el pedo eres tú.
Lo único que te queda es pensar que tienes un defecto de fábrica porque es eso o pensar que no tienes ni idea de qué pasa.
Porque esta madre ya no se siente como tristeza.
Ni siquiera como incertidumbre.
Es desconexión.
No es que traigas música sad en el carro, ni que vayas conduciendo en la oscuridad... simplemente ya no hay volante.
Y ese es el puto pedo.
Cuando le comentas a la gente te dice mil cosas. 
Pero te dicen que prendas las luces, que sonrías y agarres el volante con determinación, que cambies la música por una canción alegre y manejes hasta el amanecer. 
-No dejes de conducir, no te rindas.
Vete a la verga.
Todo es un puto sinsentido.
Dormir es agradable, no estas muerto pero tampoco del todo vivo.
Es un ganar-ganar.
Porque la verdad no quieres morirte.
Lo que quieres es desaparecer.
Dejar de existir.
Por eso dormir es bonito.
Pero antes de dormir no.
Como ahora.

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